Estados Unidos ha intensificado en 2025 su presión para que los países miembros de la OTAN eleven su gasto en defensa hasta el 5% del PIB, un salto histórico respecto al objetivo anterior del 2%. Esta exigencia no solo responde a argumentos geoestratégicos o de reparto de cargas ante el auge de amenazas como Rusia, sino que está profundamente vinculada a los intereses económicos y a la coyuntura interna de la economía estadounidense.
El peso del sector armamentístico en la economía de EE.UU.
El sector de defensa y armamento de Estados Unidos es el más grande y potente del mundo, con empresas como Lockheed Martin, Raytheon, Boeing y Northrop Grumman dominando el mercado global. El 80% del sector armamentístico mundial está controlado por compañías estadounidenses, lo que convierte a EE.UU. en el principal proveedor de armas de la OTAN y, por extensión, en el mayor beneficiario de cualquier aumento significativo del gasto militar en la Alianza.
Este sector genera cientos de miles de empleos directos —más de 800.000 según algunas estimaciones— y su impacto económico supera los 70.000 millones de dólares anuales solo en producción y ventas, sin contar el efecto multiplicador en impuestos, salarios y exportaciones. Además, la industria armamentística estadounidense ha experimentado un crecimiento exponencial en la última década, con aumentos de ventas, empleo e inversión, y un peso creciente en el PIB del país.
El contexto económico: desaceleración y riesgo de recesión
Estados Unidos enfrenta en 2025 una clara desaceleración económica. El PIB se contrajo un 0,3% en el primer trimestre del año, y los principales bancos y analistas —incluido JP Morgan— anticipan una posible recesión para la segunda mitad del año, agravada por la incertidumbre comercial y los efectos de los aranceles impulsados por la administración Trump. La confianza del consumidor ha caído y el crecimiento económico se ha frenado de forma abrupta.
En este contexto, el aumento del gasto en defensa de los aliados de la OTAN supone una inyección de demanda externa para la industria estadounidense, actuando como un potente estímulo económico en un momento de debilidad interna. La venta de armamento, tecnología militar y servicios asociados a los países europeos puede compensar parcialmente la caída del consumo y la inversión en el mercado doméstico, ayudando a sostener el empleo y los beneficios de uno de los sectores más estratégicos del país.
Intereses estratégicos y comerciales
El interés de Estados Unidos en que la OTAN eleve el gasto militar al 5% del PIB es, por tanto, doble:
Asegurar la supremacía militar occidental frente a Rusia y otros adversarios, repartiendo la carga financiera y garantizando que los aliados dispongan de capacidades avanzadas.
Beneficiar directamente a su economía, ya que la mayor parte de ese gasto se canalizará hacia la compra de armamento y tecnología de empresas estadounidenses, reforzando el sector en un momento de debilidad económica interna.
De hecho, la presión de EE.UU. se ha traducido en amenazas directas a países reticentes, como España, a los que se les ha advertido de posibles aranceles si no cumplen con el nuevo umbral de gasto, mezclando así los intereses de seguridad con los comerciales.
Un círculo económico-militar
El resultado es un círculo en el que la seguridad colectiva de la OTAN sirve de argumento para impulsar una transferencia masiva de recursos públicos europeos hacia la industria militar estadounidense. El nuevo objetivo del 5% del PIB en defensa podría suponer más de 2 billones de euros anuales, una cifra tan elevada que ni siquiera existe suficiente capacidad productiva en el mundo para absorberla, pero que garantiza a EE.UU. la posición de proveedor casi exclusivo.
En definitiva, el impulso estadounidense al aumento del gasto en defensa de la OTAN responde tanto a razones de seguridad como a la necesidad de sostener su economía a través de la exportación de armamento, especialmente en un contexto de desaceleración y riesgo de recesión. La industria militar se convierte así en un pilar clave de la estrategia económica y geopolítica de Estados Unidos en 2025.
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