¿Ahorrar? ¿Para qué? No creemos que
ya nadie se plantee la pregunta porque la crisis y un desempleo creciente han
servido para contestar las preguntas de los reticentes al ahorro. Así, la
mayoría hemos aprendido a golpe de descalabro económico mundial que hacer
economías en nuestro gasto tiene infinidad y dispares usos, ¿verdad? Para colmo,
si tienes cuarenta debes empezar a pensar en ese feliz acontecimiento de tu
vida llamado jubilación.
Ahorrar es útil en sí, pues en más de
una ocasión hemos tenido que pedir un préstamo para pagar un imprevisto como la
reparación del coche o simplemente ponernos al corriente con Hacienda tras una
declaración de la renta que sale a devolver.
Pero como avanzábamos al principio,
vamos a añadir un argumento más que debe volvernos, definitivamente,
hormiguitas. Y sin ánimo de amargar el cumpleaños a los de la cosecha del 76,
que acaban de abordar -o lo harán en breve- los cuarenta años, nos vemos
obligados a recomendarles que empiecen a hacer caja para afrontar la
jubilación.
No en vano, ésta es la mejor edad
para empezar a ‘criar’ unos buenos ahorros. Sí, ésta se erige, sin duda, en una
de las mayores razones para empezar a reservar parte de nuestros ingresos.
Muchos tildarán la empresa de tiránica viendo lo escaso de su sueldo, pero pueden echar mano de los consejos
de una web que parece saber cómo amasar un pequeño capital para el futuro. Además, se nos
informa de la correcta distribución de nuestro sueldo.
En esta línea, a la vivienda debemos
destinar el 35% de nuestra nómina, el 20% lo dedicaremos a la manutención, el
15% al transporte, el 8% a la ropa y servicios. Otros sendos 6% los
consagraremos a nuestra salud y el ocio. Y finalmente, un 10% debe sobrevivir a
este rosario de gastos y rematar sus días en una cuenta remunerada o un cerdito
hucha.
Por lo tanto, si tu propósito de año
nuevo -de tus cuarenta recién soplados- es ahorrar, empieza por desterrar
de tu agenda las comidas fuera de casa, pues perjudican gravemente tu salud
ahorradora. Asimismo, sopesa incorporar los cheques ahorro en tus compras. Lo
cierto es que si te acostumbras a usarlos, te generarán adicción pues los
descuentos son suculentos.
¡Ah!, tampoco rebases la peligrosa
frontera de los 22º en tu aire acondicionado y reemplaza tus viejas bombillas
por unas de bajo consumo o LED.
Sin embargo, esto es solo la punta
del iceberg de un esfuerzo que se prolonga en el tiempo y que, además, supone
la elaboración de un práctico documento en Excel donde fijes tu presupuesto y
gasto. Verás cómo ya no te meten tantos goles…
Por cierto, no importa que todavía no
tengas los cuarenta o que ni siquiera los bordees, cuanto antes saques a
relucir tu vena ahorradora, más felicidad monetaria tendrás para tus años de
libertad laboral.
Artículo redactado por Ana Durá
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